13 de septiembre de 2009

CONTRA LA CORRIENTE



No se puede escapar

soy el blanco.
No les diré nada
es necesario llorar.
Está el resplandor de los dormidos.
Vamos a cruzar los aplausos
que nos invitan.
Caras fingidas
no resisten el trauma.
Huyen después de la primera visita
al puente.
Se quebrantan los síntomas de
escupir con responsabilidad.
Es difícil adivinar como se divierten.
El exagerado escalofrío que recorre
el abuso de los mapas
no me siento.
Se guardan el derecho que tienen
de reflectar lo que no
puedo decir.
Guardo mi prolijidad para casos mayores.
El equívoco anula las órdenes.
Siguen un objeto, distraídos,
al violento que corre y no llega,
a la tosca marcha de los que se
despiden para esconderse.
La figura que invierte en mi marginalidad
la guardan en los sitios recónditos.
No hay defecto en el vicio
que te arrojan.
Evitan los cumplimientos
no el exilio.
Otro código estrangulado en la
nostalgia.
Desmenuzan a los separados.
Arremeten contra el entusiasmo.
Se dan cuenta cuando necesitan fantasmas
para recordar.
Te hablan antes de dormirte
el golpe.
Repiten el acceso a risitas de humo,
el castigo no descansan.
Me involucran en otra vida que
no puedo sacar en este siglo.
Si vienen a palpar mi sueño
(no respondo de mis actos)
para tranquilidad de muchos
doy permiso,
clausúrenme.

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